Partida: El cofre del hombre muerto

El capitán mira a los tres amigos con cara divertida.

- ¿De verdad pensáis que me voy a creer eso? No digo que lo hayáis robado, pero si no me contáis algo más acerca del mapa no creo que podamos llegar a ningún acuerdo. ¡Necesito que me contéis todo! Si es lo que parece, es decir, un tesoro, podríamos repartirlo entre todos, y yo pondría el barco y la tripulación. Por supuesto que mis hombres por ahora no deben saber nada, ¡pero decidme todo lo que sepáis! sino será imposible que os ayude.

Smokett permaneció quieto esperando una respuesta.

A mis compañeros les digo:

- Tiene razon muchachos, deberiamos decirle la vedad...

Espero a que lo diga otro

Después de oír las palabras "Mad Jack", el capitán puso una cara muy seria. Con un rápido movimiento se llevó las manos a la cabeza.

- ¿¿Qué?? No puede ser... ¡¿esto es lo que busca Mad Jack?! Y pensar que ha venido a parar a mi barco...

Seguidamente Smokett sale de su camarote con paso airado, mientras murmuraba cosas que no alcanzábais a escuchar. Se dejó la puerta abierta y el mapa extendido sobre su mesa. Durante un largo minuto os encontrasteis solos en la habitación, con cara de incredulidad. Pero pasado ese minuto volvió a bajar el capitán con paso firme.

- A ver, parece que no tenéis ni idea de quién es realmente Mad Jack y toda su historia. Es normal, no sois de por aquí.- Os mira a los tres seriamente de arriba a abajo. - En los últimos años las incursiones piratas de Jack han ido decreciendo. La gente lo veía desplazarse de aquí para allá con su barco, sin atacar ninguna ciudad. Se rumoreaba que buscaba algo. No han sido pocas veces las que ha irrumpido él personalmente en una taberna con su tripulación al grito de: "Sé que lo tienes ¡dámelo maldito bastardo!", y poco después dejar todo destrozado.
Creedme si os digo que Jack es el pirata más peligroso y sanguinario conocido... se cuentan multitud de historias sobre él, todas escalofriantes. Por eso ni el ejército se atreve a atacarle. Y ahora resulta que tengo sobre mi mesa lo que Jack ha estado buscando todos estos años.
Para que él personalmente ponga tanto esfuerzo en su búsqueda... tiene que ser algo maravilloso. ¡Un tesoro enorme, miles y miles de reales! Con ese dinero se podría comprar el caribe.
Claro que todo esto son especulaciones mías... mirad, no estoy seguro si deberíamos ir a buscar el tesoro o lo que dios quiera que sea esto. Al menos yo. Es muy muy peligroso, si decís que unos matones intentaron quitároslo es que Mad Jack ya está enterado... y al final os encontrará.

Smokett se queda pensativo mirando al vacío durante unos instantes.

- Estaría dispuesto a poner el barco y a mi tripulación, si dividimos el tesoro a partes iguales. Mi tripulación se llevará otro tanto... pero no los informaré hasta estar en la isla, para evitar un motín. No se si puedo fiarme de vosotros, necesito una garantía de que no os quedaréis con todo el tesoro llegado el momento, y nos tiréis por la borda.

Tras pensarlo un poco con la mirada caida, tomo la inciativa de la respuesta:

- Al igual que tu no te fias de nosotros, nosotros no nos podemos asegurar de que una tripulación entera no nos eche por la borda... (despues de una pausa, con actitud pasiva) De todos modos ya hemos hablado y no queda nada que decir. Pero si estas dispuesto a ofrecernos tu navio y tu ayuda para este viaje, veo justo que repartamos el teroso o lo que sea que nos encontremos. ¿Que decis vosotros chicos? (refiriendome a Nuñéz y Miranda)

...bueno,yo creo que no hay alternativa...deberiamos irnos de aqui cuanto antes si tan peligroso dices que es ese Jack...vayamonos y repartiremos el tesoro, creo que sera lo mejor, pero una condición, el mapa lo llevaremos nosotros(acto seguido enrollo el mapa y me lo guardo)

Pedro hecha mano de su afabilidad y sonrie al Capitan y a sus amigos.

-[i]Bueno caballeros, parece que nos tendremos que proteger los unos a los otros a la fuerza, si queremos por ende, proteger nuestra inversion. Eso nos convierte a todos en socios; yo digo que brindemos por ello!

Pedro se acerca a estrechar la mano del capitan.

El capitán estrecha la mano que le alarga Núñez.

- Sabed que soy un hombre de honor. Mi palabra vale más que mi barco, y os digo que repartiremos el tesoro en partes iguales sin dudarlo. Confío en vosotros, no os conozco, pero tengo experiencia en el trato con las gentes, sé que sois de fiar. Espero que no me decepcionéis.

Smokett, pensativo, se apoya en la mesa.

- Amigo, el mapa debe quedarse en mi camarote, tengo que estudiarlo para saber dónde está la dichosa isla, y sin el mapa no creo que llegue a ninguna parte.
En cuanto al viaje, mis hombres dormirán como siempre en la bodega. Vosotros podéis enganchar unos coys en esta misma habitación. No suelo hacerlo, pero este caso es especial.

El capitán se acerca a un pequeño armario con rejillas de madera y saca una polvorienta botella de vino. La sacude un poco, y la descorcha. Del mismo armario saca cuatro vasos de cristal que deja sobre la mesa. Mientras llena los vasos habla:

- De todas formas, no podemos salir en seguida. En primer lugar porque no me fío nada de Jack. Me juego el cuello a que en cuanto salgamos de Santa Marta irá tras nosotros. Un pequeño barco indefenso... Además mis hombres no son gente de guerra, apenas saben manejar un sable, y pocos cañonazos hemos pegado en esta pinaza.
Entonces, hay que hacer unos pequeños preparativos antes de salir. Yo me presentaré en la casa del gobernador para preguntar por el archivo cartográfico que tengan. Con un poco de suerte me dejará verlo e intentaré determinar las coordenadas de la isla.
Vosotros... os dejo la tarea de ir a por víveres para la travesía y comprar munición para mis cañones. Además no iría nada mal un sable por cabeza y algún mosquete. Lo dejo a vuestra elección, solo pido que arméis a mis hombres, a mí y a vosotros mismos.

Smokett termina de servir los vasos y se acerca a su baúl personal. Lo abre y saca una bolsa llena de relucientes monedas de oro.

- No es que nade en la abundancia, pero aquí tenéis para costear el material. No podemos gastar más de esto, a no ser que vosotros queráis aportar algo. Aquí tenéis 1.000 reales, es todo. Recordad, me fío de vosotros. Con este dinero se podría comprar un bote de vela. Quiero que los gastéis en lo que os he dicho. No se si habrá suficiente.

El capitán coge su vasco y lo alza.

- Y ahora brindemos, amigos. ¡Por el tesoro!

En voz alta

-¡Salud!

La bebida que nos ofrece Smokett me resulta muy buena, y por eso no puedo evitar acabarmela de un trago. Con la ropa me seco la boca, dejo el vaso en la mesa y junto mis manos a la vez que me reincorporo para hablar.

- Capitan Smokett, ¿donde podemos conseguir los viveres y la munición de cañón?

Smokett da un trago a su vaso y lo saborea antes de tragar. Se queda unos instantes pensativo con la mirada perdida.

- Umm... en el arsenal del cuartel dicen que a veces se pueden encontrar cosas interesantes de segunda mano, que desechan los soldados por viejas. Pero las bolas de cañón y armas nuevas solo podréis encontrar en un sitio, que yo conozca. Está cerca del puerto y se llama "El acorazado", suple de mercancía a los barcos. Aunque si no me equivoco hace falta de permisos para comprar armamento allí. Hace muchos años que yo compré estos cañones, de hecho casi no los he utilizado, pero me imagino que me tendrán en la lista de clientes.

El capitán se gira, dejando su vaso sobre la mesa, y rebusca entre los papeles de su escritorio. Al final coge uno en blanco, y abre el bote de tinta. Moja su pluma y escribe con una caligrafía digna de un escriba. Segundos después le cede el papel a Quijano.

- Aquí tenéis una nota con una firma de mi puño y letra acreditando que vais de mi parte. Por si os hace falta. Con esto no creo que tengáis problema si decís que vais a comprar armamento para el "Pájaro Azul". Lo que desconozco es el precio actual de las armas por allí...
¡Ah! Deciros que yo ya tengo mi propio sable. Tenemos unas cuantas hachas para trabajar y cuchillos.

El capitán se queda mirando mientras da otro sorbo a su vino.

vale, me parece bien, tome el mapa(se lo doy en la mano)estudialo detenidamente y asi conseguiremos ir donde esta el tesoro, se cauto con él...nosotros iremos a por las armas y la comida ¿verdad chicos?(cojo la nota que nos ofrece)creo que deberiamos ir ya, aun asi capitán, ¿cuando podriamos zarpar?es logico que nos quedemos pero tampoco podemos fiarnos de nadie alli fuera...si no tenemos ni idea de como utilizar las armas, creo que deberias enseñarnos a lo largo del viaje, porque sino lo mas probable es que seamos un blanco facil para piratas...

Pedro degusta la bebida como solo un borrachuzo como el sabe. Rapida y silenciosamente, y añade:

-Esperemos que de ningun sitio que tenga que ver con la armada española...

- Delicioso el brebaje pero debemos irnos rapido(miro a Miranda y Nuñez), hasta pronto Capitan Smokett. (salgo por la puerta y espero a que salgan mis amigos)

- Ehh.. amigos, gracias por ir por mí a hacer las compras. Me podréis encontrar en el barco todos los días a partir de las nueve de la noche, mientras estaré investigando sobre el mapa. Mis hombres os ayudarán a cargar la mercancía, ya los dejaré avisados. Cuando estemos en alta mar, haremos unas cuantas prácticas con los cañones, así que no os preocupéis por eso.

El capitán Smokett levanta el brazo en señal de saludo, y seguidamente vuelve a la mesa a seguir inspeccionando el mapa. Una vez en cubierta, el sol os ciega la vista por unos instantes después de la oscuridad del camarote.
Los marineros os miran con curiosidad y con una sombra de sonrisa en sus labios. Seguramente creen que son nuevos clientes, y por fin vuelve a haber trabajo.

Una vez bajados del navio digo:

- A ver, lo mejor seria ir primero al ''Acorazado'' para ver cuanto cuesta el material y despues ir al cuartel a ver si nos merece la pena comprar el armamento ahí.

Miro en el puerto a ver si veo la palabra ''Acorazado''

[Tirada: Percepción (10) + Advertir/Notar (3) + 1o3d10 (1,3,10) = 16 SUPERADA]

Quijano observa el puerto y se da cuenta, no con mucha dificultad, de que "El Acorazado" se puede leer a simple vista al otro lado del puerto. Tenía una parte de muelle que llegaba hasta sus puertas, para poder cargar la mercancía directamente en el barco. Aunque también se divisaban carros cercanos.

@¿Os acercáis hasta "El Acorazado"? Por cierto, cuando escriba algo entre "@", significa que es conversación master-jugadores, es decir offtopic de la partida. Si queréis decirme algo por aquí, usad las arrobas también.@

@por zupuezto@

Al encontar el cartel digo, señalando hacia el:

- Ahí esta, vamos.(muevo mi mano dando a indicar que me sigan Diego y Pedro)

Los tres compañeros caminan atravesando medio puerto por la parte del muro de piedra hasta llegar al extremo derecho, donde se encontraba "El Acorazado". Era un edificio relativamente alto, con un tejado de madera a dos aguas e imponentes muros de piedra bastante gruesos, seguramente, con la finalidad de impedir el robo de armamento.
La puerta era enorme, por ella podría pasar un carro con una yunta de bueyes perfectamente. Y estaba hecha de madera gruesa y reforzada con tiras de hierro templado. Delante de ella había un guarda con una alabarda, y además protegido con un casco y coraza típico de los conquistadores españoles. Además, en la mano jugueteaba con un mosquete, y de su cinto colgaba un sable. Todo un Hernán Cortés.
Detrás suya se encontraba su simpático amigo: un perro de pelaje blanco de bastante buen aspecto.


El guarda escudriñó a los tres amigos de arriba abajo, manteniendo su postura seria y amenazante. Se le notaba la tensión en la cara. Parecía como si hubiera los hubiera identificado por sus pintas y tuviera que prepararse para un duro combate.

- ¿Qué queréis? - dice con un tono seco y cortante.

@segun el dibujo lleva una lanza, no una alabarda xD@

Disimulando no a ver captado la postura defensiva del guarda, le respondo:

- Pues venimos en busca de armamento para el ''Pajaro azul'', pronto marcharemos y nos gustaría estar preparados contra cualquier cosa...

(espero su reacción atento a cualquier reacción agresiva)

@Ya se que en el dibujo no lleva una alabarda, pero es lo único que hay. Imagínate que además de la punta de lanza hay un filo de hacha en uno de los lados.@

El guarda se quedó mirando a Quijano fijamente durante unos segundos. Después abrió el gran portón sin decir nada.

- Entrad adentro. Encontraréis a Luis, él os enseñará la mercancía. Pero os advierto que sin una autorización no podréis comprar nada, y también que no intentéis cosas raras.

Mientras entráis bajo la severa mirada del guarda y vuestros ojos se van acostumbrando a la penumbra de la gran nave, podéis observar las pocas ventanas que tiene la estancia, en la parte superior de sus muros. Simplemente el edificio cumplía su función en cuanto a seguridad.

La temperatura en la sala era bastante menor al exterior, siendo parecida a un cueva. Además se notaba en el ambiente el olor a humedad y aire estancado.
Las paredes se encontraban llenas de armeros de madera con mosquetes, arcabuces, pistolas, sables, hachas y más armas colgadas en ellos. Además en el fondo se podían ver montañas de bolas de cañón, y algunos cañones de distinto calibre.

Justo delante de los cañones había una amplia mesa de madera llena de papeles, y detrás de ella un hombre de unos treinta años escribiendo y haciendo cuentas.

- ¡Pasad, pasad! Decidme lo que queréis. Si venís en busca de armamento para una expedición o una escolta ¡habéis venido al sitio indicado! - Os dice con una agradable sonrisa.

@nada curratelo xd@

Al ver su sonrrisa no puedo evitar pensar que el armamento no va aser precisamente barato...

- Saludos Luis, mi nombre es Martin Quijano, y mis compañeros y yo necesitamos armamento, tales como mosquetes y sables y ademas munición de cañon y mosquetes ¿Que precios tienes para ofrecerme?

Luis se levanta de detrás de la mesa y le da la mano a todos, uno por uno.

- Veamos, tengo que saber exactamente qué necesitáis. Pero si lo que queréis es armar un barco de forma básica, por aquí tengo unas cuantas cosas de muy buena calidad.

Os hace un gesto para que lo acompañéis por la sala. En primer lugar, se acerca a un armero lleno de sables. Estos relucían apoyados sobre la madera. La empuñadura era dorada, y la hoja lisa y perfectamente afilada, de la mejor manufactura.

- Forjadas en Toledo. Del mejor acero español. Es de lo mejor que tengo en cuanto a sables, por ahora. Llegaron hace un par de meses de España. Últimamente se utilizan en la armada española, ya que son espadas para el abordaje. Su precio...- Luis parece pensárselo. - Su precio es de 500 reales.

Después se acerca y coge uno de los sables. Se pone en posición y lo blande dando un par de pasadas, cortando el aire.

- Tiene un muy buen punto de equilibrio. Sin duda el arma básica para un oficial de marina. Decidme que opináis. Por otro lado tengo dagas a juego, unas cuantas hachas aptas para el combate, y las armas de fuego están en ese otro lado.

Me sorprendo por la gran calidad del los sables, pero al oir el precio entiendo que no es lo que buscamos... aun así creo en la esperanza de que las hachas y las dagas sean una mejor idea, y aunque las armas son tentadoras, no me engaño a mi mismo y doy por hecho que no estan a nuestro alcance. Acariciando la pelusilla de mi barbilla montengo la conversación:

- Gran mercancía, si señor, ¿Podrias enseñarnos las dagas, las hachas y las armas de fuego?

El comerciante se queda un segundo pensativo.

- Hachas y dagas. Las hay de todo tipo. En cuanto a precios, en concreto estas hachas de aquí...

Se da la vuelta y rebusca en un armero. Poco después os muestra un hacha de mano de pequeño tamaño. Mango de madera y una simple hoja de acero. Parecía robusta y que cumpliría perfectamente su función.

- ... os servirán para cualquier cosa. Desde cortar cualquier aparejo, despedazar un barril, o incluso entrar en combate. Incluso se pueden lanzar con cierta precisión debido a su tamaño. Las suelo vender en grupos de 10 con algo de descuento, pero por si solas las cobro a 25 reales.

Se os queda mirando mientras le da vueltas en el aire al hacha, lanzándola suavemente y recogiéndola con destreza.

- Por otro lado las dagas... - Os señala otro armero repleto de dagas de dos palmos de hoja, con la misma estética que los sables.- son a juego con los sables que os he enseñado. Cada una por 100 reales. Calidad de la manufactura toledana.

Después os dice que lo acompañéis, hasta el lado más cercano al gran portón de madera. Las paredes estaban repletas de armas de fuego. Pistolas de distintos calibres y tamaños, pesados arcabuces y precisos mosquetes.

- Ahora quiero que veáis lo mejor. Es nuestro señor en forma de arma. Esta ha matado franceses. Mataréis asquerosos franceses con ella si hace falta. - Mientras decía esto cogía un alargado mosquete con un majestuoso acabado en madera del armero. - Ahora veréis....

Dicho esto, separó la varilla del mosquete, y rompió un cartucho de papel. Echó la pólvora que había en el interior del cartucho dentro del cañón, después echó un poco en la cazoleta. Utilizó un trozo del cartón para utilizarlo como tope y lo metió antes de la bala de plomo. Después presionó con la varilla fuertemente.
Acto seguido se quedó mirando a los compañeros con una sonrisa de complicidad. Cogió un trozo de mecha que tenía encendido en un rincón y lo acercó al percutor del mosquete que en ese momento quedó incandescente.

Quijano, Nuñez y Miranda no se habían dado cuenta, pero al otro lado de la habitación, a unos 20 metros había un parapeto con una diana de madera en forma de torso humano. Luis apuntó sin dudarlo y apretó el gatillo.

¡BAM!

Un gran fogonazo salió de la boca del mosquete, seguido por una fuerte humareda que dejó un olor a azufre en el aire. El estallido dejó ensordecidos a los amigos por unos momentos. Al no esperarselo les causó una fuerte impresión. El mosquete había empujado el hombro de Luis completamente hacia atrás y éste se encontraba con una sonrisa de oreja a oreja en la cara.

- ¡Luis! ¿¡Qué están haciendo esos forasteros!? - De repente apareció el guarda de detrás de la puerta, alabarda en mano.
- Tranquilo Miguel, estoy haciendo pruebas de tiro, puedes volver afuera, no pasa nada. - Dicho y hecho Miguel abandonó enseguida la estancia. - Tendréis que disculparlo, es muy buen guarda y a veces se pone nervioso. Nada que no venga bien. En cuanto al mosquete, venga, vamos a acercarnos a la diana.

Tras una breve inspección, se podía comprobar como la bala había atravesado la cabeza maciza de madera del muñeco, dejando una abertura por la que cabría una morcilla, y una raja que partía en dos el torso. Justo en la frente. Una puntería asombrosa para un arma de ese tipo.

- 850 reales. 800 para vosotros, me habéis caído bien. ¿Qué pensáis?